sábado, agosto 20, 2005
el primer escritor que va a Siberia y vuelve
¿Qué motivo podía haber para que un hombre enfermo de tuberculosis abandonase en Moscú la placidez y la creciente fama literaria para lanzarse a un incómodo viaje de tres meses hasta alcanzar una versión insular del infierno en la que no había clima, "sólo mal tiempo", y pasar allí tres meses más?
"Mientras navegaba por el Amur, tenía la impresión de encontrarme en alguna parte de la Patagonia o de Texas, pero no en Rusia";
"Se adopta con las mujeres una actitud caballeresca que alcanza casi las dimensiones de un culto, pero al mismo tiempo no se considera reprensible ceder por dinero la propia esposa a un amigo. Expondré un ejemplo más ilustrativo: por un lado, no existen prejuicios de clase e incluso a los exiliados se les trata de igual a igual; en cambio, no se ve con malos ojos que se dispare en el bosque a algún vagabundo chino, como si fuese un perro, e incluso organizar en secreto partidas de caza contra los presos que se han fugado". Era la antesala de Sajalín, una isla dos veces más grande que Grecia, en la que había seis mil presos, muchos guardianes, muy poco orden y en la que "no siempre se distingue la prisión preventiva del encarcelamiento ni entre hombres libres y detenidos";
Aunque el alcohol está prohibido, recuerda Chéjov, no lo están el hambre, la prostitución ni los castigos. La limpieza está de más y las celdas comunes impiden que los presos tenga intimidad, "indispensable aunque sólo sea para rezar, reflexionar o sumergirse en sus propios pensamientos, algo que todos los partidarios de la reeducación consideran indispensable";
"Cárcel y colonización son antagónicos y sus intereses son totalmente inversos (...) La vida en pabellones comunes esclaviza al preso y con el paso del tiempo lo degenera. Bajo la influencia de la vida gregaria, los instintos sedentarios de un propietario y un padre de familia se apagan. Pierde la salud, envejece, sus fuerzas morales se debilitan, de manera que, cuanto más tiempo pasa en la cárcel, más motivos hay para temer que no se convertirá en un miembro útil y activo de la colonia";
"En nuestra dilecta patria hay una grandísima pobreza de hechos y una gran riqueza de razonamientos de todo tipo".
Lamento no ser un sentimental
"HE CREÍDO en el progreso desde la infancia, como no podía ser de otro modo, ya que la diferencia entre los tiempos en que me azotaban y aquellos en que dejaron de hacerlo era enorme (...) La prudencia y la justicia me dicen que hay más amor a la humanidad en la energía eléctrica y la máquina de vapor que en la castidad y en la abstinencia de la carne";
"¿Qué diría usted si un reportero, por repulsa o deseo de proporcionar satisfacción a sus lectores, sólo describiese prefectos honestos, damas sublimes y ferroviarios virtuosos?".
posted by Luís Miguel Dias sábado, agosto 20, 2005