quarta-feira, maio 11, 2005
Relato de mi vida (5)
Caspar David Friedrich, Morning in the Mountains, no later than 1823
"Los problemas de La montaña mágica no eran, por su propia naturaleza, apropiados para la masa, pero a las personas cultas les parecieron problemas candentes, y la la indigencia general había proporcionado a la receptividad del gran público aquella exacta «exaltación» alquimista que había constituido la auténtica aventura del pequeño Hans Castorp. Sí, ciertamente, el lector alemán se reconocía de nuevo en el sencillo pero «pícaro» protagonista de la novela; podía y quería seguirle.
Yo no me engañe sobre el carácter de este extraño éxito. No era tanto de naturaleza novelesca como lo fue el éxito de mi obra de juventud; estaba más condicionado por la época. No por ello era, sin embargo, más superficial y efímero, pues se basaba en la simpatía para con el dolor. Esta vez el éxito fue más rápido que en aquella primera ocasión.Ya las primeras noticias de los periódicos eran alarmantes. El obstáculo de su elevado precio fue superado arrolladoramente, y sólo se necesitaron cuatro años para qe el libro alcanzase su centésima edición. Una traducción húngara apareció casi al mismo tiempo que la edición original; vinieron después la holandesa, la inglesa, la sueca; y ahora, contra todas las leyes y usos del mercado de París, se ha decidido hacer también una edición francesa íntegra, en dos volúmenes; su acogida me viene felizmente garantizada por una emocionante carta de André Gide en que me habla de que ha pasado varias semanas ocupado con mi libro. Yo creo en la verdad de la hermosa frase de Émile Faguet: «L´étranger, cette postérité contemporaine.» "
Thomas Mann (trad. Andrés Sánchez Pascual), Relato de mi vida, Alianza Editorial, 1990.
El último año de mi padre * (4)
"El Versuch über Tschechow [Ensayo sobre Chéjov] nos conmovió mucho, pues no nos encontrábamos preparados para su carácter de confesión, apenas encubierto. Mi padre no dejó ver entonces su propia emoción. Sentir emoción en una primera lectura, en la lectura «privada» -hasta el punto de temblarle la voz-, eso es algo que, según creo, sólo le ocurrió en total en tres ocasiones: al leernos los sufrimientos y la muerte del niño Eco en Doktor Faustus, al leernos el discurso con motivo del septuagésimo aniversario del nacimiento de mi madre y al leernos el discurso en honor de Friedrich Schiller, aquel Ensayo al cual dedicó el último esfuerzo y para el cual empezó a hacer preparativos tan pronto como acabó el consagrado a Chéjov."
* por Erika Mann
Thomas Mann (trad. Andrés Sánchez Pascual), Relato de mi vida, Alianza Editorial, 1990.
posted by Luís Miguel Dias quarta-feira, maio 11, 2005