domingo, dezembro 19, 2004
Intuiciones precristianas (1)
BÚSQUEDA DEL HOMBRE POR PARTE DE DIOS.
(Obsérvese que en Evangelio, si no me equivoco, no se abla jamás de una búsqueda de Dios por parte del hombre. En todas las parábolas es Cristo quien busca a los hombres, o bien el Padre los pone en su camino por medio de sus siervos. Y hasta puede que un hombre, de modo azaroso, encuentre el reino de Dios, y entonces, pero sólo entonces, lo venda todo.)
HIMNO A DEMÉTER, RELATO DEL RAPTO DE CORE
(HIMNOS HOMÉRICOS)
[V.1] Voy a cantar a Deméter, la de hermosos cabellos, divinidad
[sagrada,
a ella y a su hija, la de finos tobillos, que fuera raptada
por Aidoneo después de que Zeus, el que golpea fuerte y ve lejos, se
[la diera.
Se la llevó lejos de Deméter, la de espada dorada, y dulces frutos,
mientras jugaba con las hijas de Océano en sus profundidades,
y recogía flores, la rosa y el azafrán, las bellas violetas
en una suave pradera, y los iris y el jacinto,
y el narciso que la Tierra, al servicio de Quien acoge
por voluntad de Zeus, creaba como una trampa para la doncella
[cuyo rostro era como un capullo de rosa.
Todos venereban el espectáculo de aquella radiante maravilla,
igual los dioses inmortables que los hombres mortales.
Cien flores crecían fuera de su raíz.
Co el perfume de aquella planta sonreían todo el cielo
que se extiende por lo alto, la tierra entera y la salada masa del mar.
Ella se estremeció y tendió las manos, las dos manos,
para recoger aquel bello juguete. Entonces se abrió la tierra de
[extensos caminos
en la llanura de Nisa, y el rey, Quien acoge,
con sus caballos inmortables, el hijo de Cronos, el de nombres sin
[número,
se alzó, la cogió y, aunque se resisyió, la puso en su carro dorado
y se la llevó llorando y clamando a voz en grito
por su padre, el hijo de Cronos, el dios supremo, el dios perfecto.
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[v.30] Y así, aunque se resistió, aquél, el hermano de su padre, Quien
[manda, Quien acoge
se la llevó con la connivencia de Zeus.
(El dolor de Deméter impide que crezca el trigo; la especie humana corre peligro de perecer y los dioses de perder su honor si Zeus no manda decir a Aidonero que deje que se marche la muchacha. Aidoneo escucha ese mensage con una sonrisa, y obedece diciéndole a core:)
[v.360] «Vete, Perséfone, con tu madre, la de velo azul,
ya que tu pecho no alberga sino el valor y el corazón de un niño
y te enfadas demasiado sin motivo.
Yo, el hermano de tu propio padre, no soy un esposo que carezca de
[honor entre los inmortables.
Quedándote aquí, serías dueña de todo lo que vive y de todo lo que
[se mueve,
los inmortables te rendirían los mayores honores.»
Eso dijo. La prudente Perséfone se puso contenta,
e inmediatamente se levantó alborozada; pero él
le dio a comer con disimulo un grano de granada dulce como la miel,
siguiendo una estratagema, para que no se quedara
para siempre allá abajo, junto a la venerada Deméter, la de velo azul.
(Por eso pasa dos tercios del año con su madre, junto a los dioses, y el otro tercio con Aidoneo.)
COMENTARIO.-A Hades o Aidoneo, nombre que quiere decir Invisible o Eterno, o ambas cosas a la vez, se le presenta unas veces como hermano de Zeus, y otras veces como Zeus mismo, pueste que existe un Zeus subterráneo. El nombre de Deméter quiere decir con toda probabilidad Tierra madre, y Deméter es idéntica a todas esas diosas madres cuyo presenta tantos paralelos con el papel que desempeña la Virgen en la concepción católica. El narciso es la flor que representa a Narciso, aquel ser tan hermoso que no podía enamorarse más que de sí mesmo. La única belleza capaz de ser objeto amoroso para sí misma, capaz de ser el objeto mismo de su amor, es la belelza divina. El alma que busca el placer encuentra la belleza divina en la forma en que aparece aquí abajo de belleza del mundo, y es como una trampa para ella. Aprovechando esa trampa, Dios captura el almaaunque resista. Esa misma es la ideadel Fedro de Platón. Dios ha de dejar que el alma vuelva a la naturaleza, pero antes, por sorpresa, debe hacer que coma furtivamente un grano de granada. Si lo hace, quedará apresada para siempre. El grano de granada es el consentimiento que le da el alma a Dios casisin ella saberlo, y desde luego sin proponérselo, y constituye algo así como lo infinitamente pequeño entre la masa de las distintas inclinaciones del alma, a pesar de que es lo que determina para siempre su destino. Es aquel grano de mostaza con el que Cristo comparaba el reino de los cielos, la más pequeña de las semillas, que, sin embargo, más tarde se hará un árbol en el que vendrán a posarse las aves del cielo.
En ese mito se dan dos actos consecutivos de violencia sobre el alma por parte de Dios, uno, de pura violencia, y el otro, el acto de gracias al cual el consentimiento del alma a Dios resulta indispensable y determinante para su salvación. Esos dos instantes se encuentram tambíen en el mito del Fedro y en de la Caverna. Se corresponden con la parábola del Evangelio relativa al banquete de bodas, cuando salen a los caminos a buscar azarosamente invitados para el mismo, de los que sólo se quedarán los que lleven traje de boda -y con la oposición entre «llamados» y «elegidos»-, y con la parábola de las vírgenes que salen al encuentro de sus esposos, pero sólo las que llevan aceite en sus lámparas serán admitidas, etcétera.
La idea de que Dios tiende al hombre una trampa se halla también en la base de la significación del mito del laberinto una vez se suprimen de él las historias añadidas con posteriorad y que están relacionadas con las guerras entre Creta y Atenas. Minos, hijo de Zeus, juez de los muertos, es ese ser único que en la Antigüedad recibe los nombres de Osiris, Dioniso, Prometeo, Amor, Hermes, Apolo, y otros tantos (es posible establecer la verosimilitud de estas equiparaciones). El Minotauro es de nuevo el mismo ser representado en forma de toro, igual que a Osiris se le representa con la forma del buey Apis y a Dioniso-Zagreo con cuernos (es posible explicar esta imagen por medio de un simbolismo que tiene que ver con la luna y con sus fases). El laberinto es la víaen la que el hombre, no bien pone el pie dentro del mismo, pierde su camino y se ve impotente asimismo para, al cabo de un cierto tiempo, volver sobre sus pasos y dirigirsea algún sitio concreto; anda sin saber adónde, hasta que llega finalmente al punto en el que Dios está esperándole para comerle.
in Simone Weil (trad. Carlos Ortega), Intuiciones precristianas, Editorial Trotta, Madrid, 2004.
posted by Luís Miguel Dias domingo, dezembro 19, 2004