sexta-feira, junho 25, 2004
Vértigo
"De pronto me sorprendió la presencia de un par de gallinas en medio de un campo verde, que, aunque todavía no había dejado de llover, se habían alejado de la casa a la que pertenecían en lo que me pareció ser un trecho interminable para aquellos diminutos animales blancos. Por un motivo que todavía no he podido comprender la imagen que ofrecía ese pequeño grupo de gallinas que se había atrevido a salir tan lejos, al campo abierto, conmovió mi corazón. En términos generales, no sé qué es lo que a veces me conmueve tanto de determinadas cosas o seres vivos. Poco a poco íbamos alcanzando más altura. Los espacios de rojo encendido en los que se erguían los alerces brillaban en las laderas de las montañas, y se veía que la nieve había alcanzado cotas muy bajas. Atravesamos el Fernpass. Me quedé maravillado com el espectáculo que ofrecían los escoriales que, bajando de las montañas, se introducían en los bosques como dedos en el cabello, y de nuevo me volvió a sorprender la velada ralentización de los arroyos que, inalterables, por lo menos en tanto alcanza mi memoria, se precipitan sobre las peñas. En uno de los recodos del camino, dirigí la mirada hacia el abismo desde el autobús que no hacía sino girar, y divisé las superficies de oscuro verde turquesa de los lagos Ferstein y Saramanger, que, ya en mi infancia, cuando hicimos la primera excursíon al Tirol en el diesel 170 de Göhl, el chófer, me paracieron quintaesencia de toda belleza imaginable."
W.G. Sebald, "Vértigo", Editorial Debate, Madrid, 2001.
posted by Luís Miguel Dias sexta-feira, junho 25, 2004