terça-feira, julho 22, 2003
MOLESKINE
Altes Museum de Berlín
Berlín expone la colección atesorada durante milenios por los emperadores de China
"BERLÍN. Es posible que los occidentales siempre hayamos adivinado en Oriente un curso del tiempo paralelo al nuestro. Un viaje a ese tiempo distino es lo que nos propone el Altes Museum de Berlín con la inauguración de la muestra «Los tesoros de los Hijos del Cielo» que reúne una impresionante selección de las colecciones artísticas de los emperadores chinos. Las más de 400 obras que se muestran en Berlín hasta el 12 de octubre y que después viajarán a Bonn proceden del Palacio Nacional de Taipei, en Taiwán."
in www. abc.es
Der Betende Knabe; Amphora des Berliner Malers; Recipiente en forma de pato salvaje, de la dinastía Ching.
"Todo arranca de los ritos funerarios, donde pronto se utilizaron el jade y el bronce. Pero el viaje se hace más interesante cuando se comparan los objetos de la China imperial con sus contemporáneos egipcios, griegos, helenísticos, romanos, medievales y hasta barrocos. Las cráteras y otros recipientes para vino, comida, para los sacrificios, incluso los instrumentos musicales y los utilizados en la escritura muestran como un ideal de armonía va conformando los cimientos de aquella civilización.
Es cierto que los Hijos del Cielo, aquellos que gobernaban en su nombre, pronto atesoraron las riquezas propias de los líderes poderosos. Pero sorprende su temprano y, sobre todo, refinado afán coleccionista. Es célebre el caso del emperador Yuan Ti (imperabat 49-33 a. C.), quien descuidó los asuntos de Estado y se abandonó a su entusiasmo por coleccionar arte. Pero no sería el único: entre aquellos amantes de las bellas artes destacaron, como emperadores igual que como grandes artistas ellos mismos Ming Huang (imperabat 705-756) y T´ai Tsung (976-997).
Artistas, tal vez también en nombre del Cielo, los emperadores cultivaron el arte como vehículo de una visión del mundo que ha llegado serena a nuestros días. La poesía, la escritura en ideogramas no se concibe separada de la pintura, y los trazos se perfeccionan hasta el extremo con la armonía cuando la respiración y el gesto influyen en el sutil y exacto movimiento del pincel. Nace de todo ello un arte pictórico cargado de espiritualidad más que de exacto realismo. Pero a su vez, de una modernidad alucinante, capaz en 1200 de la abstracción y de la pincelada suelta más propia de nuestros maestros del Barroco, como Velázquez o Rubens."
in www.abc.es
posted by Luís Miguel Dias terça-feira, julho 22, 2003